domingo, 2 de julio de 2017

211. Dinastía vocal de los Ramírez

–LOS RAMÍREZ SON MUCHOS–

1. UN VECINO DE MESA

A mediados del año 1978 yo era empleado en las oficinas de una importante empresa que funcionaba en el sexto piso del entonces llamado Edificio Bancoquia, en la calle Maracaibo con la carrera Junín de Medellín. En la esquina de Maracaibo con la carrera Palacé estaba el Hotel Eupacla (acrónimo de los nombres de sus propietarios Eugenia, Paul, y Claudia Szpul Szyller). Contigua a la entrada del hotel por Maracaibo, entre éste y el Teatro Ópera, había una pequeña cafetería denominada “El Topo Blanco”, con un ratón blanco como símbolo. 

Eran los tiempos de un programa infantil de la televisión mundial que fue muy popular y se llamaba “El Topo Gigio”, en que el muñeco salía acompañado de Raúl Ástor, Julio Alemán, Braulio Castillo, o Raúl Matas, según el país de emisión del programa. Al presentador de turno el Topo Gigio le decía con voz chillona: “Raulitooooooo, a la camita. Dame el besito de las buenas noches”: 


A las diez de la mañana era hora de tomar un refrigerio, y mi jefe me daba permiso de salir por diez minutos a esa cafetería donde el dueño sabía cómo eran el perro caliente y el café con leche tibia que me gustaban, y yo lo llamaba previamente para pedirle que me los tuviera listos sobre el mostrador, puesto que ya iba en mi carrera de consumo contra reloj. Al lado del asiento de banco alto que el dueño ya me había reservado en la barra todos los días, un huésped del hotel estaba sentado después de consumir su desayuno. De tanto coincidir nos hicimos conocidos y entablamos conversación, mientras yo despachaba mi consumo. Cualquier día me presenté como “Orlando Ramírez”, y él a su vez se presentó como “Carlos Ramírez”. De lógica, nos emprimamos, y desde entonces, nos seguimos tratando coloquialmente como “primos”. Cualquier día el dueño de la cafetería me llamó para preguntarme si podía recibir en mi oficina la visita del “primo Carlos”, quien me habló de un hotel de su propiedad en la Isla Margarita de Venezuela, y de la posibilidad de exportar allí las chocolatinas que nosotros vendíamos. “Con el mayor gusto se las vendemos aquí, pero usted debe encargarse de los respectivos trámites legales de exportación”, dijo mi jefe. El posible negocio no prosperó, y dejé de ver al “primo Carlos” por un buen tiempo. Un día pregunté al dueño de la cafetería por el señor con quien casi siempre nos encontrábamos a conversar: “Él viajó a la Isla de Margarita, y luego a Miami donde también tiene negocios. ¿No sabe quién es el?”. Pues… no… no tengo idea. “Es el barítono colombiano Carlos Julio Ramírez”. (¡Mierda! ¡Haberlo sabido!). No volví a verlo.

2. RAMÍREZ HAY MUCHOS

Los estudios genealógicos tienen identificados los troncos familiares de las principales familias pobladoras de la provincia o departamento de Antioquia en tiempos de la Conquista. Se sabe de la descendencia de don Lucas de Ochoa, en Envigado; se sabe de la descendencia de los Restrepo, provenientes de don Alonso López de Restrepo Méndez; y se sabe de la descendencia de los Ramírez, en el oriente antioqueño.

En Colombia, a la hora de la verdad, Ramírez son muchos y de muchas procedencias, porque algunos Ramírez llegados de España como troncos no eran familia cercana. Hay familias de apellido Ramírez dispersas por toda la geografía colombiana, y sus ancestros no son comunes a unos y a otros, como es el caso de Antioquia donde la descendencia del Capitán Juan Ramírez de Coy Cerrudo, procedente de Huelva en España, está identificada. Ramírez contrajo matrimonio con doña Juana Sánchez Torreblanca, hija del conquistador Capitán Bartolomé Sánchez Torreblanca en la esclava Luisa. A las esclavas en ese tiempo no se les reconocía ningún apellido eclesial, pero los ancestros africanos los traían en la sangre. Los Ramírez antioqueños podemos sacar pecho por nuestro trastátara-abuelo el Capitán Ramírez de Coy, pero tenemos que escabullirnos con disimulo cuando se mencione a la trastára-abuela, la esclava Luisa.

Que yo sepa, en el caso del Tolima, Huila, y Cundinamarca, no hay un ancestro Ramírez común que esté identificado; pero sí hay una familia de músicos y cantantes que ha tenido público reconocimiento.

3. BARÍTONO, SOPRANO, Y CONTRALTO 
EN CASA DE LOS RAMÍREZ GARCÍA 
DE CUNDINAMARCA

Nacido en Tocaima (Cundinamarca), está el músico y cantante Jesús Antonio “Chucho” Ramírez Villalba, un músico y cantor de origen campesino del que se conoce una fotografía que ¡Válgame Dios!, cómo se parece en su fisonomía al barítono Carlos Julio Ramírez. Cómo se parece. Seguramente tiene que ser familia, aunque no tengo claro por dónde o por qué lo sea, pero tiene que serlo. Habría que hacer indagaciones con los tátarabuelos.

De esa misma población son el mencionado Carlos Julio y su hermana, la reconocida soprano Alcira, con la que conformaron de niños un dueto que se llamaba “Los jilgueros colombianos” y cantaban en establecimientos públicos por bajos emolumentos y casi que pasando el sombrero.

Dice don Jaime Rico Salazar en su libro “La canción colombiana y su historia”, sexta edición, que:

En el hogar de don Elías Ramírez y doña Gregoria García nació Carlos Julio en la población de Tocaima, el 12 de junio de 1912 (fue bautizado el 16 de agosto). Fueron siete hermanos: cuatro mujeres de nombre Alcira, Alicia, Adelina y Carmen Cristina; y tres hombres de nombre Carlos Julio, Miguel y Carlos Arturo. Vivieron una niñez en medio de gran pobreza”.

No repetiré información que ustedes pueden encontrar en este libro y en el blog Encuentro Latino del acucioso comunicador, melómano y coleccionista, Carlos Molano Gómez (a su página los remito para leer la biografía y la discografía del barítono Carlos Julio Ramírez García) pero sí recogeré algunos datos para poner en contexto este escrito.

Carlos Molano Gómez en el blog “Encuentro Latino”, artículo “Carlos Julio Ramírez, barítono universal”:


Dice Molano que Carlos Julio y Alcira Ramírez García eran hijos del joyero Elías Ramírez y de la ama de casa (contralto en horas de cocina y lavada de ropas) Gregoria García. Dice que nacieron en Tocaima (Cundinamarca); y que Carlos Julio, que había nacido el 4 de agosto de 1916, falleció de cáncer en Miami el 12 de diciembre de 1986. Su hermana Alcira era muy mencionada por los días de mi niñez y adolescencia, pero poco a poco fue desapareciendo de la escena y en estos momentos es poca la información que se encuentra sobre ella en Internet.

4. OTRO BARÍTONO, 
DE LOS RAMÍREZ RAMÍREZ 
DEL TOLIMA

Contemporáneo y amigo con Carlos Julio Ramírez fue el barítono Régulo Ramírez Ramírez, nacido el 6 de noviembre de 1928 en El Líbano (Tolima) y fallecido el 27 de enero de 1979 en Bogotá. Hijo de Arquímedes y Betsabé, era Ramírez por los dos costados. De nuevo el comunicador Carlos Molano Gómez en su página de Encuentro Latino es el que nos trae información sobre este cantante en el artículo “Régulo Ramírez, qué luchador”:


5. OTRO RAMÍREZ, DE LOS CAICEDO 
Y LOS PINEDA DEL TOLIMA

El maestro Virgilio Pineda Caicedo (“En realidad soy Caicedo Pineda, pero he preferido poner en primer término el apellido de mi madre”), nacido en El Líbano, Tolima, el 4 de octubre de 1928 (“Esa es la verdadera fecha de mi nacimiento, tal como aparece en mi cedula”), se aproxima a cumplir los 89 años de existencia y es músico, cantante, compositor, y fabricante de instrumentos de cuerda; aunque ya está retirado de la vida artística. Aprendió a fabricar instrumentos con instrucciones que recibía desde España por parte de la Casa Ramírez (“Pero de otros Ramírez, no de los míos. Ellos son otros”). Desde la edad de 23 años reside en Medellín donde contrajo matrimonio con una bisnieta del Dr. Pedro Justo Berrío “que era una estudiante de 14 años cuando se casó con este músico de serenatas, y eso casi mata de infarto a la parentela; pero fue la mujer que dio interés a mi vida. Aún no me acostumbro a vivir sin ella”.

A pesar de llevar lo que puede decirse toda una vida viviendo en Medellín, el maestro Virgilio sigue siendo orgullo para la natal población del Líbano en el Tolima. Sus datos biográficos aparecen en el siguiente enlace:


Alguien le dijo que algunos tenían el propósito de poner su nombre a la Casa de la Cultura de El Líbano, Tolima. “Pero ese decreto aún no ha salido, y es mejor no ensillar sin tener las bestias. Esa casa ya tiene otro nombre, y yo no creo que resuelvan cambiarlo”, dijo el maestro Virgilio, “De todos modos, siempre causa orgullo que piensen en uno para esas cosas, ¿No cree?”. Tiene razón, maestro. A propósito, tengo curiosidad por saber si su paisano tolimense Régulo Ramírez era pariente del barítono cundinamarqués Carlos Julio Ramírez. Don Virgilio me respondió:

Somos de los mismos. Ellos eran parientes míos, y eran parientes entre sí. Primos en segundo grado. Mi padre era Maximiliano Caicedo Ramírez, primo de ellos, y mi madre Delfina Pineda era soprano. Mi vena artística viene por ambos lados. Pero Régulo no era propiamente Ramírez Ramírez, sino Ramírez Caicedo. Ramírez y Caicedo se cruzaban entre segundos y terceros grados”.

Me queda claro que Carlos Julio y Régulo eran primos en segundo o tercer grado, pero no sabía que el maestro Virgilio Pineda también hiciera parte de la primamenta por cuenta del Ramírez que tiene enredado en el árbol genealógico de la línea paterna.

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS (ORCASAS)


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